Todo el mundo ha disfrutado alguna vez del espectáculo que supone ver una lluvia de estrellas. Las veraniegas lágrimas de San Lorenzo —nombre popular de las Perseidas— son un ejemplo paradigmático que a nadie deja insatisfecho. Es extraño no quedar maravillado ante tal espectáculo. Hasta tal punto, que puede decidir el futuro de la vida de una persona. La estadounidense Ellen Dorrit Hoffleit fue una de estas personas. En 1919 vio con su madre las Perseidas y asistió a la colisión de una de ellas con un meteoro esporádico. Tenía doce años y había comenzado su interés por la astronomía.
Sin embargo, un episodio de su infancia marcaba todo un símbolo de una época respecto a la discriminación por ser mujer. La maestra de sus primeros años había enseñado también a su hermano Herbert. Miró fijamente a la señora Hoffleit y exclamó: «Dorrit no es tan brillante como su hermano, ¿verdad?». Y la madre respondió: «¿Qué puede esperar? Ella es solo una niña». Una niña que se convertiría en una de las astrónomas más importantes de la historia, con una vida larga y prolífica. Dorrit Hoffleit llegó a cumplir los cien años, el 12 de marzo de 2007, pero murió un mes más tarde por las complicaciones de un cáncer.
Los primeros pasos
Dorrit nació en 1907, en Florence (Alabama), hija de inmigrantes alemanes, Fred y Kate Hoffleit. En 1928 obtuvo un grado de bachiller universitario en letras, con una calificación summa cum laude en Matemáticas. Su afición a los astros la impulsó a aceptar con entusiasmo un puesto en el observatorio de la Universidad de Harvard, trabajando inicialmente con Henrietta Swope en estrellas variables. El sistema de Harvard animó a los trabajadores del observatorio a realizar estudios de posgrado. Así que Hoffleit recibió una maestría en 1932 por trabajar en meteoros con Willard Fisher. A continuación, realizó una tesis sobre espectroscopia estelar, bajo la dirección de Shapley, en 1938. Recibió el Premio Carolyn Wilby por el mejor trabajo de disertación original en cualquier departamento de Radcliffe.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial dejó de lado temporalmente los astros para dedicarse al cálculo de tablas de tiro de artillería del ejército. Desde 1943 a 1948, Hoffleit trabajó en el campo de pruebas de Aberdeen del ejército y acabaría en el seguimiento Doppler de los cohetes alemanes V-2 capturados por los aliados. Tras la contienda, regresó a Harvard con un importante recorte salarial que no tuvo más remedio que aceptar. Allí se dedicó a la determinación de las paralajes espectroscópicas de las estrellas. La situación dejó de ser cómoda en Harvard por varios motivos. Shapley, quien la empujó a hacer el doctorado, ya no era el director, y Hoffleit trabajaba por cuarenta centavos la hora cuando a los hombres se les pagaba un dólar. Así que pasó un semestre de docencia en el Wellesley College y de allí a un puesto en el observatorio de la Universidad de Yale. En la actualidad existe la beca de Pregrado en Astronomía Dorrit Hoffleit, en la Universidad de Yale.
El salto a las estrellas
En 1957, Hoffleit se convirtió en directora del observatorio Maria Mitchell, establecido de forma privada para honrar a la primera mujer astrónoma de Estados Unidos. Presentó a la junta directiva un plan para emplear anualmente a varias mujeres jóvenes interesadas en la astronomía para trabajar en estrellas variables y otros proyectos posibles.
Tal vez uno de los motivos por los que es más conocida Dorrit Hoffleit sea la edición de Bright Star Catalogue. Se trata de un catálogo estelar que incluye todas las estrellas cuya magnitud aparente es +6,5 o menor, lo que equivale aproximadamente a las estrellas visibles a simple vista. Contiene nada menos que 9110 objetos: 9095 son estrellas, once son novas o supernovas y cuatro son objetos no estelares. Pues bien, la edición de 1991 corresponde a Hoffleit. Es también coautora del The General Catalogue of Trigonometric Stellar Parallaxes, que contiene precisas mediciones de distancias de 8112 estrellas, datos fundamentales para entender la cinemática de la Vía Láctea.
Otro hito importante en su vida como astrónoma, aunque menos conocido, es el estudio que realizó junto al astrónomo estadounidense Harlan J. Smith. Descubrieron la variabilidad óptica del primer cuásar identificado, el 3C273. Ambos publicaron un artículo en Nature bajo el título «Light Variations in the Superluminous Radio Galaxy 3C273», en 1963.
Homenajeada en vida
En 1988, Dorrit recibió el Premio George Van Biesbroeck, otorgado por la American Astronomical Society, en reconocimiento a toda una vida dedicada a la astronomía. Se jubiló en 1975, pero su legado siguió vigente. Cuando cumplió ochenta años, el asteroide 3416 fue bautizado como Dorrit en su honor. En una ocasión declaró: «Me gusta bromear diciendo que [mi] asteroide es donde iré cuando muera, ¡mi hogar celestial!».