“La única obligación a la que tengo derecho de asumir es a la de hacer siempre lo que creo correcto.”
Henry David Thoreau en “Desobediencia civil”
A mediados de julio el conferencista y consultor bitcoiner Giacomo Zucco sufrió una retención de sus fondos en manos de Volet Wallet. La cuestión tomó relevancia debido a la campaña para hacer público el asunto que el usuario le imprimió. Aquí el lector puede encontrar el artículo que puede tomarse como primera parte del caso.
Con posterioridad a la campaña de difusión de quien fuera víctima de la retención, la empresa deudora decidió devolverle el dinero al usuario mediante la acreditación del saldo adeudado en la tarjeta pre-paga a nombre del mismo y emitida por aquella. Gracias a este breve y aparentemente inocuo conflicto podemos obtener una miríada de conclusiones y conocimientos sobre la realidad jurídica-política del choque entre fiat y bitcoin.
Invito al lector a que me acompañe en este análisis de la cuestión donde apunto a la importancia del antecedente creado, que esencialmente versa sobre los límites impuestos a la libertad por los señores del fiat.
Arranquemos con el tweet de Giacomo en el que nos informa la actualización de su problemática con la empresa:
En el punto 2) del tweet el usuario destaca la importancia de las prácticas de privacidad en el uso de Bitcoin, tema gigante y recurrente en este mundo, pero particularmente relevante en este caso ya que estamos efectivamente ante un caso real y concreto relativo al ejercicio de aquellas prácticas. Es bastante sencillo usar prácticas de privacidad antes de realizar un pago p2p, pero, como justamente este caso demuestra, es mucho más complejo lidiar con las consecuencias de usar prácticas de privacidad previo al envío del dinero a una entidad en compliance. Para mayor profundización sobre en qué consiste el compliance invito al lector a tener en cuenta este otro artículo de mi autoría.
Esta cuestión planteada por el usuario nos empieza a acercar al fondo de la cuestión que consiste en contemplar si las prácticas de privacidad son o deben ser toleradas o rechazadas por el ordenamiento jurídico positivo. Ordenamiento que actualmente está desarrollado, implementado y aplicado por la GAFI.
Avanzando hacia el punto 3), vemos que el italiano bitcoiner abre la puerta a la parte más jugosa de todo este asunto: el usuario de bitcoin afirma, basándose en el antecedente por él mismo generado, que las empresas que aceptan bitcoin como forma de pago deben aceptar todo tipo de transacciones que la red bitcoin considere como válidas.
Lo que actualmente efectivamente es tolerado por las normativas vigentes de GAFI.
Sin perjuicio de la actualidad regulatoria, es opinión de este autor que la presente legalidad por defecto de todos los utxos (conjuntos de satoshis agrupados en direcciones) podría no perdurar en el tiempo. Ello debido a las siempre presentes contradicciones del sistema fiat. Explico el por qué con el siguiente diálogo entre un usuario genérico (en su calidad de administrado) y el Estado (la Administración).
Administrado: ¡Hola, señor Estado! Soy un administrado tuyo y —aunque no me simpaticen— me someto a tus regulaciones por miedo a la persecución que podría ocurrirme en caso de no someterme. “Dentro de la ley todo, fuera de ella nada”. Vengo por este medio a informarte mi nombre, domicilio, edad, fecha de nacimiento, imagen de rostro, huella digital, fuentes demostradas de ingresos y explicación de por qué y cómo pretendo usar un cierto servicio financiero en compliance que tu regulas. Aquí tienes constancias de mi recibo de sueldo y/o pagos de aportes e impuestos por actividad que tu considerás lícita y regulada. Conforme estos documentos te demuestro que tengo la capacidad legal y demostrada de pagar y recibir equis suma de dinero. Espero que esto sea de tu satisfacción y me permitas gozar de los servicios financieros brindados por un privado que también decidió acatar tus normas. Gracias por cuidarme de todos los financiadores de terroristas, lavadores de dinero y financiadores de armas de destrucción masiva. Ahora que lo pienso creo que nunca me crucé con ninguno de ellos y que yo recuerde ninguno me ha hecho daño nunca. Pero bueno, estimo que esta inexistencia de daño sobre mi persona se debe a todo tu arduo trabajo en la materia.
Estado: ok. Puedes proceder a usar el servicio financiero hasta equis monto dinerario.
Administrado: ¡excelente! Aquí mando unos satoshis.
Estado: recibidos, pero ¿de dónde los sacaste?
Administrado: de mi billetera. Ese dinero lo gané con los medios lícitos que ya te demostré.
Estado: ok. ¿Pero cuál es el origen de ese origen? ¿Quién exactamente te mando ese dinero?
Administrado: no lo sé y según me informé no tengo obligación legal de saberlo.
Estado: calla, súbdito. Nada importa tu opinión sobre la legalidad ya que yo soy tanto la fuente del derecho como así también el último intérprete y ejecutor de la interpretación. Y si no te pareciera bien mi interpretación sólo podrías recurrirla ante jueces que yo elijo, promuevo, les pago y remuevo. Además, ejecuto el derecho con la fuerza de un número muy grande de hombres armados, tanques, bombas atómicas y muchas otras armas de destrucción masiva por lo que no tienes ni una mínima oportunidad de resistirme.
Administrado: (guarda silencio reverencial) .
Estado: vuelvo a preguntarte: ¿Quién exactamente te mando ese dinero? ¿De dónde proviene?
Administrado: la realidad es que no sólo no lo sé, sino que no tengo forma de saberlo. Te explico: no guardé registros y además usé un mixer que consiste en una técnica ejecutada con una billetera orientada a la privacidad. Con ella mezclé mi dinero de fuente desconocida con el dinero de más fuentes indefinidas compuestas por varias entidades anónimas a las que no tengo forma de preguntarles sobre el origen de su dinero.
Llegado a este punto del diálogo, el Estado tiene básicamente dos posibles extremos de respuestas con sus correspondientes cursos de acción posteriores:
Primera posible respuesta:
Estado: Ok. Entiendo que no has hecho nada malo puesto que considerando que me has demostrado tu capacidad económica ahora asumo que no eres un financiador del terrorismo, lavador de dinero ni inversor en armas de destrucción masivas. Así que puedes continuar con tus asuntos y por el momento no tengo más preguntas ni requisitos que exigirte.
Segunda posible respuesta:
Estado: Si bien te has identificado en forma correcta y parcialmente me has demostrado tu capacidad económica, de todas formas, asumo que eres un colaborador de las finanzas de los terroristas y/o lavador de dinero y/o colaborador en las finanzas en la producción de armas de destrucción masiva. Ello atento tu repudiable actitud de deliberadamente buscar oscurecer el origen del origen del dinero que poseías. Principalmente porque es sabido que nadie que no sea un financiador de terrorismo se tomaría tanto trabajo para cuidar algo tan irrelevante como su privacidad financiera. Además de que incluso aunque quisiera valorar tu privacidad, la misma es flagrantemente contradictoria con mi sistema de prevención de lavados de activos y financiamiento del terrorismo y de armas de destrucción masiva (PLAFT), que ciertamente no estoy dispuesto a modificar. Por lo tanto, no me queda otra opción que dejarla de lado en pos del bien común. El golpe que escuchas en tu puerta en este momento es uno de mis agentes quien te acompañará a tu gulag asignado. Te aconsejo que cooperes con este agente para así evitar un gulag aún más tortuoso.
Si bien es cierto que, por el momento, el Estado está parado en la primera opción, le pregunto al lector ¿Qué rumbo cree que los Estados tomarán a mediano-largo plazo? ¿Se mantendrán indefinidamente en esta primera opción? ¿O acaso seguirán siendo fieles seguidores del manual de instrucciones titulado “1984”?
En caso que el Estado opte por la segunda respuesta: ¿cuántos saltos en la cadena hacia atrás deberán contemplarse para trazar la línea entre delincuentes y no delincuentes? ¿Existe acaso un límite para una entidad basada en la coerción sin límites?
El infierno tiene techo, pero no piso.
Camilo JdL para Criptonoticias a las 854,693 timechain
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