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Jorge Rivera Nieves: “Yo llegué al periodismo por carambola y empujao”

Durante su niñez y temprana adolescencia, Jorge Rivera Nieves, quien lleva 55 años en el periodismo, 46 de estos en Telemundo, nunca se planteó ser periodista.

Pero, como dicen por ahí, cuando alguien nace para martillo, del cielo le caen los clavos. “Yo quería ser abogado”, recuerda Rivera Nieves, en la más reciente edición del podcast de este periodista. “Me gustaba andar siempre con maletines y papeles”, agrega.

Además, dice que por mucho tiempo fue “tímido”. “Yo cuando empecé a soltarme fue en la intermedia”, acota. “Yo llegué al periodismo por carambola y empujao”, asegura.

A los 17 años, vino el golpe de timón que lo llevó al periodismo. Eligio Armstrong, un maestro de la Escuela Central en Santurce, en la cual Rivera Nieves estudiaba, le observó que tenía voz de locutor y que debía dirigirse a ese campo.

No solo eso, Armstrong, a quien Rivera Nieves describe como “un negro con una personalidad recia, que nos había representado en olimpiadas, era modelo de Clubman y una autoridad”, conocía al gerente de Wapa Radio, la emisora líder en Puerto Rico en aquel momento, que entonces pertenecía a la empresa que después fue Hearts Newspapers, por décadas uno de los principales conglomerados de medios de comunicación de Estados Unidos.

Ni aun así, Rivera Nieves quería interesarse en el periodismo. A los 17 años, trabajar no le era extraño. Trabajaba, de hecho, desde los once años. Trabajó como repartidor de shoppers, limpiabotas, ayudante en un colmado y en Almacenes Rodríguez, en el que empezó, desde los 14 años, a cotizar para el seguro social. El área donde ubicaba la emisora, tampoco le era extrañaba. Estaba en Santurce, su barrio.

Era simplemente que nunca había visualizado el periodismo como una actividad a la que quisiera dedicarse y seguía con la mira en ir a la universidad y estudiar leyes. Pero Armstrong no se rindió. “Él que sí, yo que no. Hasta que llegó el momento en que no pude seguir diciendo que no”, recuerda Rivera Nieves.

Empezó en Wapa Radio en 1968, como aprendiz, a los 17 años. Estando en la emisora, viendo de cerca el trabajo de los periodistas, locutores, productores, empezó a sentir la piquiña del periodismo. Se llevaba a su casa los cables noticiosos y, encerrado en su cuarto, se grababa leyendo noticias en un aparato de la época, con el fin de perfeccionarse en esa destreza.

Mas, listo o no, no tardó en aparecer la oportunidad de tener que leer noticias al aire, de verdad. Era un domingo por la noche. El locutor, al que le tocaba leer partes noticiosos por cinco minutos cada hora, entre las 6:00 de la tarde y las 11:00 de la noche, no llegó. El que había terminado su turno, no podía quedarse.

“De momento veo que uno dice: ‘Mira el muchachito ese’”, rememora Rivera Nieves. Así, súbitamente, sin esperarlo, le llegó su turno al bate. “Me acuerdo como ahora de la temblequera”, recuerda.

“Ahí empezó el perreo”, dice el veterano comunicador, que a sus 72 años sigue activo y vigente y, además, trabaja en un libro de memorias.

No todo fue un tránsito apacible en sus primeros años en el periodismo. Siguió estudiando con la idea de convertirse en abogado y el periodismo empezó a llenarlo cada vez más. Pero en cierto momento fue despedido de Wapa Radio en represalia por haber intentado organizar a los empleados en un sindicato. Eventualmente, ganó el caso por despido injustificado y fue reinstalado en su puesto.

“Fue una bonita experiencia de aprendizaje”, dice, sobre esa situación.

En 1977, Rivera Nieves se enteró a través de Juan Ramón “Junior” Abrams, también veterano periodista y comunicador, que Telemundo estaba en vías de abrir un noticiero, reclutaba reporteros y él había sido recomendado. Otra vez, Rivera Nieves actuó con reticencia ante la oportunidad.

“Me subestimaba. Pensaba que yo gordo, bajito, caretón, pelú, ochenta cosas, no tenía porte para televisión”, dice Rivera Nieves.

Por insistencia de Abrams, terminó asistiendo a la entrevista, pasó las pruebas y una semana después era reportero de televisión. “Llegué empujao otra vez. En radio fue Eligio Armstrong y en televisión, Junior Abrams”, reconoce Rivera Nieves.

El veterano hombre ancla reconoce que ser una personalidad de televisión puede alimentarle el ego a cualquiera. “Todos y todas tenemos ese chico que se llama ego. Tenemos que aprender a domesticarlo y someterlo a obediencia”, dice.

Una vez, empezando su carrera, mientras hacía unas compras en un supermercado en la avenida Barbosa, su ego sufrió un ajuste. Rivera Nieves lo cuenta así: “Viene una señora y me dice: ‘Oiga, joven, ¿usted es ese muchacho nuevo de las noticias? Y yo, ‘sí, señora, a su orden’. Ahí, el ego, tú sabes, chévere. De momento la señora, como decimos en el campo, recula y me mira bien y me dice: ‘Oígame’, pero como con coraje, ‘yo pensé que usted era más alto’”.

Sucesos así, que le recuerdan que, en realidad, Rivera Nieves nunca ha dejado de ser el “Georgie” de Santurce, ha impedido que se le suban los humos. Todo el que ha interactuado con él sabe que Rivera Nieves es un hombre sencillo, afable, aficionado a la cocina, la lectura, la bohemia y, según sus propias palabras, “al vacilón”.

“Yo sé dónde están mis raíces”, dice.

Con el tiempo, Rivera Nieves comprendió por qué alguna vez quiso ser abogado: quería defender la verdad y la justicia. Abandonó la idea de estudiar leyes, pero no el deseo de defender la verdad y la justicia. Solo encontró otra plataforma para hacerlo.

“Con el paso de los años descubrí, caramba, que en el periodismo puedo alcanzar esas metas y es un foro más amplio, no tan limitado como el tribunal”, afirma.

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