¿Qué tiene que decir la ciencia respecto a todo esto?
La calidad de la comida es (inmensamente) más importante que las calorías de la comida. Esto es porque al cerebro le importa más la calidad de las calorías que su cantidad. Y ya hemos visto que la cosa va del cerebro y sus estímulos, ¿no?
Con respecto al ejercicio, cuando una persona sana hace ejercicio, mantiene su peso. Sin embargo, ¿qué suelen hacer las personas enfermas con obesidad en un gimnasio? Intentar perder peso. Y cuando no lo consiguen (a pesar del ejercicio) de manera mantenida, es cuestión de tiempo que abandonen el gimnasio. Por supuesto, lo que mucha gente no tiene en cuenta es que, aunque no lograran perder peso, tampoco lo ganaron. Es decir, se mantuvieron, al igual que habrían hecho la mayoría de personas en un rango de peso normal. Pero claro, ese no era el objetivo, así que dejan de hacer ejercicio.
Además, sabemos por grandes meta-análisis que el principal papel de la actividad física es ayudar al mantenimiento del peso, no impulsar una pérdida de peso muy significativa.
Hay muchos más factores relacionados con cómo nuestro cerebro regula el peso, además de la dieta y el ejercicio. Por ejemplo, también afectan a este proceso muchos de los medicamentos que tomamos, el sueño insuficiente o de baja calidad, o las alteraciones de nuestro ciclo sueño-vigilia, por ejemplo en aquellos de nosotros que trabajamos por las noches.
También hay otros factores, menos modificables, como la termogénesis. La termogénesis es la cantidad que quemamos en reposo y con la actividad, y gran parte de ella viene determinada por nuestra genética.
La importancia de la dieta y el ejercicio
Si hay una idea que NO deberíais llevaros de este artículo, es que la dieta o el ejercicio no son importantes. ¡Qué va! Ambas son cosas con una cantidad de evidencia abrumadora a favor de que, con independencia de otros factores, ayudan a mejorar la calidad y la cantidad de vida.
Prescindir de cuidar lo que comemos y de hacer ejercicio con regularidad puede ser una de las peores decisiones de nuestras vidas. Por eso, me he sentido inclinado a hacer esta advertencia, porque esto es internet, y no es difícil que falte quién malinterprete “la cura de X no es Y” por “Y no sirve para nada”. Ese no es el mensaje.
El mensaje es que existen muchísimos factores que contribuyen a esta enfermedad que llamamos obesidad. Desde factores médicos, hasta sociales, psicológicos, económicos, ambientales e incluso relacionados con el desarrollo fetal. Y que, por supuesto, al tratarse de una enfermedad, no es una elección de estilo de vida. Culpabilizar a quien la padece no solo es una flagrante muestra de ignorancia, es un acto falto de empatía, compasión y respeto.