“Los principales hospedadores de Onchocerca son los ungulados (los animales cuyas patas terminan en pezuña, como las cabras montesas, los cerdos, los caballos, las jirafas o las cebras), aunque algunas especies también se encuentran en cánidos como lobos o perros, en felinos como gatos y en humanos, como es el caso de la especie Onchocerca volvulus”, explica Maria Cambra Pellejà, investigadora del Instituto de Ganadería de Montaña y líder del estudio que recoge la revista Pathogens.
Este género de nematodos, tan extendido por todo el planeta, utiliza las moscas negras para formar nódulos subcutáneos en la piel cuyas larvas pueden observarse libres en la piel o incluso en tejidos oculares de animales adultos (más que en las crías).
Una vez que la mosca negra hace de vector exitoso, el nematodo Onchocerca volvulus provoca un picor intenso, erupciones cutáneas que pueden llegar a desfigurar la piel en los casos más graves e incluso trastornos visuales que pueden conducir a la ceguera permanente, de ahí que se le conozca popularmente como la enfermedad “ceguera de los ríos”.
¿Tiene una incidencia alta?
Así es; no en vano, es la segunda causa infecciosa de ceguera a nivel mundial con una morbilidad muy alta.
El hecho de que ya se hayan descrito 40 casos diferentes de infecciones en humanos por algunas especies de Onchocerca podría, según los expertos, marcar un peligroso precedente respecto a la posibilidad de que estas especies propias de animales, acabaran estableciéndose también en los seres humanos, sobre todo teniendo en cuenta nuestro contacto cercano con perros o ganado que pueden compartir hábitat con nosotros.